[4] Hace tiempo que la escultura fue vandalizada y perdió su espada, siendo a menudo sustituida por latas o botellas de cerveza.
Durante él sentí una mano que se apoyaba en mi brazo.
Al volver los ojos vi un brazo azul con charreteras de capitán.
Pertenecía a D. Luis Daoíz, que herido en la pierna, hacía esfuerzos por no caer al suelo y se apoyaba en lo que encontró más cerca.
Nuestro inmortal artillero pronunció entonces aquellas célebres palabras: «Si fuerais capaz de hablar con vuestro sable, no me trataríais así.»