Ángel Vassallo

Con él mantendría una amistad entrañable nutrida en una polémica siempre renovada sobre la posibilidad de la metafísica.

Ejerció la docencia en las Universidades Nacionales del Litoral, Buenos Aires y La Plata, como asimismo en el Instituto Superior del Profesorado Secundario Joaquín V. González y en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova.

Por excelencia sus Nuevos prolegómenos a la metafísica (1938) y Retablo de la filosofía moderna.

Pero el vínculo íntimo entre lo metafísico y lo moral se mantuvo inquebrantable, porque allí estuvo siempre en juego la expresión filosófica del enigma personal de Vassallo.

Atento a los destellos que este enigma le brindara en medio de su “noche oscura”, inducido a descifrarlos una y otra vez en palabras más certeras, y no obstante las perspectivas a menudo fragmentarias en las cuales fue madurando su visión, rectificando el rumbo, en esa experiencia metafísico-moral estuvo siempre la única cosa que Vassallo tenía para decir, y que hizo de él un ‘filósofo digno del nombre’, como habría señalado aquí Bergson…”[1]​ Clásicos Jackson, vol.II,