Al regreso de Fernando VII, marchó a París con él.
Con el triunfo de la revolución liberal, la amistad con Riego se acrecentó.
Borrego se unió a algunas de las sociedades secretas de la ciudad, integradas por comerciantes y donde el bullicio por la causa liberal y la superación del absolutismo era constante.
Hacia el final del Trienio, Borrego se entrevistó con Riego advirtiéndole del peligro de no hacer una reforma de la Constitución Gaditana para evitar la reacción absolutista, buscando un pacto entre partes.
El triunfo liberal le dio empuje para crear una nueva publicación destinada a distribuirse ilegalmente por España: El Precursor, financiado por las aportaciones voluntarias de los exiliados españoles.