Según la ONU, una persona analfabeta es aquella que no puede decir ni hacer un simple mensaje relacionado con su vida diaria.
[2] En algunos países, la comprensión lectora puede ser deficiente a pesar de que su tasa de analfabetismo estricto (iletrismo) sea pequeña, pues leer no es solo conocer las letras, sino entender mensajes por escrito.
En la actualidad no poseer la capacidad de leer constituye un serio problema para el desarrollo individual y social.
En la antigüedad la situación era completamente diferente, la persona analfabeta no veía limitado su desarrollo por carecer de la habilidad para leer y escribir, y el concepto que tenía la sociedad de ella era totalmente distinto al que tenemos hoy en día.
La Dirección Nacional de Análisis e Información Educativa del Ecuador, realizó una investigación (2016) en donde agrupa en el término analfabetismo funcional a todas las personas que poseen algunos años de escolaridad y a pesar de ello no logran comprender lo que leen o escriben, y además no saben realizar operaciones matemáticas elementales.
El modelo cubano de alfabetización «Yo, sí puedo» se ha exportado a Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Venezuela.
Hay una razón esencial para ello explicada por la pedagoga cubana Leonela Inés Relys Díaz, creadora del programa.
Es lanzada por el presidente Hugo Chávez en 2003 y dos años más tarde la Unesco reconoce a Venezuela como territorio libre de analfabetismo.
(Galván, 2019) Para José Narro Robles y David Moctezuma Navarro, "La alfabetización debe servir, sobre todo, para que las personas participen de mejor manera, en condiciones de igualdad, en el mundo social; para contribuir a evitar la marginación y la exclusión; para que no existan estigmas que impidan a las personas conocer mundos distintos a los que ha-bitan, plenos de nuevos significados, información y culturas diferentes y enriquecedoras".