Ana de Castro Egas

Publicó en 1629, Eternidad del Rey Don Felipe tercero Nuestro Señor, el Piadoso, la única obra que se conserva de la autora.

Por ello se deduce que fue una mujer muy bella e ilustrada y admirada por sus coetáneos.

Así, por ejemplo, a pesar de la misoginia que Quevedo demostró hacia las escritoras y poetisas de su época, colaboró en sus escritos.

Fue junto a Lope de Vega la promotora de incluir mujeres en los círculos literarios y académicos; con ella colaboraron especialmente siete mujeres, entre las que se encontraban su sobrina Catalina del Río, y sus primas Clara María y Ana María de Castro.

Así, por ejemplo, Lope de Vega escribió sobre ella en su obra El Laurel de Apolo: En su obra Eternidad del Rey Don Filipe tercero Nuestro Señor, el Piadoso expone un elogio o panegírico al monarca, ya difunto, Felipe III, con el que ella mantiene un vínculo de vasallaje y amistad.