Ana María Martínez de la Escalera

Tras varios años como docente en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA ingresó como profesora al Colegio de Filosofía[4] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).

Según una historiadora del arte: En ese momento formaban parte del Taller de Arte e Ideología (TAI): Jorge Bustillos, Armando Castellanos, Adriana Contreras, Enrique Echeverría, César Gálvez, Cecilia Lascano, Felipe Leal, Andrés de Luna, Dolores de las Peñas, María Isabel Pérez, Rini Templeton, Atilio Tuis, Alberto Vargas, entre otros.

El TAI era un grupo multidisciplinario que buscaba conjuntar teoría y práctica cultural de manera colectiva y poniendo a prueba la fuerza teórico-crítica del pensamiento de Louis Althusser, Jacques Derrida, Michel Foucault, y de herramientas como las lingüísticas, las semiológicas y las retóricas a través de la realización de performance, debates, acciones teatrales y plásticas, cine independiente, etc.

Desde entonces su producción por venir testimoniará la huella dejada por su experiencia en el Taller de Arte e Ideología (TAI).

Funda también la maestría en Artes en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Intenta con ello singularizar modos de ejercicio antiautoritarios y antijerárquicos que devienen fuerzas de organización social donde se genera, a través del debate, el uso del discurso (usus) y su impacto sobre el pensamiento político.

En este sentido ha analizado el vocabulario del feminismo en su historia, y en ella ha examinado con atención el devenir pragmático y semántico de la noción de feminicidio, tanto en el debate jurídico como en el debate social.

Así, toda subjetivación es el campo tensional de violencias y fuerzas de resistencia contra regímenes perceptivos, afectivos y discursivos.

De allí que en sus estudios sobre el lenguaje enfatice los usos del discurso (clausura temporal o epocalidad, apropiación/expropiación de vocabulario, conmoción sobre el lenguaje de la experiencia en boga, crítica desujetante, democratización del vocabulario/especialización, etc.) como fuerza naturalizante/desnaturalizante sobre las subjetividades y los procesos sociales.

Ejercicio de lectura y escritura, la crítica es la que permite evaluar, como práctica desmitificante y desnaturalizadora del lenguaje, los efectos que producen o pueden producir determinados discursos en ciertos momentos y, como práctica productiva, generar discursos intempestivos que modifican las relaciones, los sujetos y los objetos –por ejemplo en el testimonio o en la genealogía.

[12] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).