En su clausura se enriqueció con lecturas muy diversas, hasta el punto de aprender latín clásico.[2] La poesía de Ana Francisca Abarca de Bolea se encuentra inserta en el libro misceláneo titulado Vigilia y octavario de San Juan Bautista (Zaragoza, 1679), que reúne además una novela corta o apólogo (La ventura en la desdicha) y una novela (El fin bueno en mal principio).En este caso, el marco recuerda al de la novela pastoril, puesto que un grupo de ricos y refinados pastores se reúnen en un paraje del Moncayo, donde se alza una ermita dedicada a San Juan, para celebrar la vigilia y octavario de la fiesta del Santo durante nueve días, divirtiéndose en sus ratos de ocio con variados entretenimientos y banquetes, donde se producen debates, se cuentan anécdotas y se cantan o recitan romances y canciones.La temática de su poesía tiene en su mayor parte un carácter sacro y popular.El comentario de la autora, «notable gusto dio la letra y admiraron la inventiva y que se conserve tanto aquella antigua lengua que se usaba en España», indica que no era consciente de la utilización de la lengua aragonesa.