Amparo Portilla Crespo

Fueron sus padrinos sus abuelos Evaristo Crespo Azorín y Francisca Hueso Monzó.

Debido a la distancia entre ellos, mantuvieron una correspondencia extensa, la cual se conserva íntegra y documenta su noviazgo.

En las cartas, Amparo incentivó a Federico hacia una vida más profundamente religiosa.

Durante sus embarazos, Amparo decidió que sus hijos fueran bautizados poco después de nacer y que sus hijas llevaran nombres marianos por devoción a la Virgen María.

Amparo Portilla se dedicó a su familia, mostrándose cercana y enfocada en su cuidado.

A lo largo de su vida, expresó una profunda gratitud por lo que consideraba bendiciones, ofreciendo sus dificultades por quienes enfrentaban situaciones adversas.

Demostró una especial preocupación por los más necesitados, como los enfermos y marginados, sin guardar rencor hacia quienes la perjudicaban.

Su ejemplo fue mencionado por conocidos y allegados, quienes sugirieron iniciar un proceso de canonización.