Nuño se habría mostrado partidario de los «paseos» emprendidos por los grupos anarquistas durante las primeras semanas de la contienda, argumentando que «la justicia expeditiva robustecía la moral revolucionaria del pueblo y le comprometía en la lucha a vida o muerte que teníamos entablada».
[5] Según afirmaría más adelante Felipe Sandoval, Amor Nuño habría tenido un control casi total sobre las checas anarquistas de Madrid.
En este sentido, Jorge Martínez Reverte señala que Amor Nuño abandonó su cargo por «miedo».[14][n.
2] Durante el resto la contienda no ocupó ningún puesto relevante.
[16] Julius Ruiz, por su parte, sostiene en cambio que fue juzgado por los tribunales franquistas y condenado a muerte —a pesar de los testimonios favorables de reconocidos derechistas—, siendo ejecutado en 1940.