Todo ello y otras cerámicas aparecidas en otros sondeos permiten afirmar que hubo una ocupación del castro durante el Bronce Final regional.
[3] Durante las guerras cántabras (29-19 a. C.), Amaya es un asentamiento indígena estratégico clave respecto al cercano campamento romano de Sasamón.
[3] Parece ser que Amaya mantiene su importancia durante todo el Bajo Imperio romano, perdurando hasta momentos tardíos de los siglos III y IV, tal como se infiere de los hallazgos arqueológicos, y hasta las invasiones bárbaras.
A fines de la Edad del Bronce (siglo X a. C.) se detecta una mayor presencia humana y acaba convirtiéndose, en la Edad del Hierro, en uno de los principales castros cántabros.
La ocupación romana de Amaia Patricia se extendió desde el siglo I a. C. hasta la época visigoda.
En el 712, Táriq ibn Ziyad toma la ciudad y vuelve en el 714 a sofocar una rebelión, arrasándola.
[3] Este momento fue consagrado geográficamente en decires populares: con alguna variación: Parece ser que la ciudad se trasladó a la llanura en torno al siglo XII, aunque el castillo estuvo en uso hasta el siglo XIV.
A principios del siglo XX Narciso Sentenach escribía: En una cumbre se notan tres muros de defensa ciclópeos, sin argamasa ninguna que defendieron a su vez un castillo medieval.
[3] En el cerro de El Castillo se levantó una fortaleza, que le dio el nombre, y cuya referencia más antigua es del s. IX.
Entre las comarcas repobladas por Alfonso I (739-757) surge Bardulies, una región que después del año 883 se llamará Castilla; su centro geográfico y capital regional estuvo en Amaya.
[9] Entre los condes de Amaya están Rodrigo, Diego Rodríguez Porcelos y Munio Núñez.
Desde la fuente Hongarrera hasta un depósito en el cantil existen los restos de una atarjea[17] que dio servicio a una minicentral eléctrica que estuvo ubicada al pie del cerro, en la localidad de Amaya.
Entidad Local Menor, cuyo alcalde pedáneo es José Roberto Bustillo Arroyo, del Partido Popular.