Amarucancha
Sería también el sitio destinado a guardar las serpientes que los curacas o caciques ofrecían al Inca en señal de homenaje, o bien como morada de una serpiente muy grande y feroz que un monarca inca habría traído de su conquista del Antisuyo, es decir, la región selvática al este del Cusco.Restos importantes del Amarucancha se conservan en la calle Loreto; colindan con el Templo y Convento de Santa Catalina (antiguo Acllahuasi), al oriente[3].Según el Inca Garcilaso de la Vega esta inmensa edificación perteneció a Huayna Cápac; tras la muerte de este Inca fue ocupada por su hijo Huáscar, y cuando la capital incaica fue tomada por los españoles, estos procedieron a repartirse los edificios.Correspondió a Hernando Pizarro la parte principal del Amarucancha, la misma que posteriormente fue entregada a los padres jesuitas, quienes elevaron allí la Iglesia de la Compañía de Jesús.Otra parte fue destinada para la cárcel pública, y otras secciones o casas fueron distribuidas entre Mancio Sierra de Leguizamo, Antonio Altamirano, Alonso Mazuela, entre otros conquistadores, cuyos nombres no recordaba el inca cronista[5].