Desde su descripción científica en 1833, el solenodonte de La Española ha sido considerado raro y altamente amenazado; incluso en varias épocas se ha creído extinto.
Sin embargo, las investigaciones del biólogo dominicano J. A. Ottenwalder en los años ochenta y noventa, llegaron a la conclusión de que este almiquí todavía tiene una distribución amplia en la República Dominicana, pero que sus poblaciones existentes son muy fragmentadas y de números bajos.
Tiene hábitos nocturnos y se mueve a gran velocidad, por lo que es difícil de ver.
Son una especie social donde rara vez ocurre competencia intraespecífica, de hecho suelen convivir en grandes grupos familiares y compartir guaridas.
No obstante, el hábitat de estos animales ha sufrido un gran impacto antropogénico debido a las ciudades y terrenos agrícolas.
El veneno es generado en las glándulas salivales submaxilares por estos animales y es introducido en sus presas mediante una herida causada por una estructura especializada, sus elaborados incisivos inferiores.
Estos últimos no conservan veneno actualmente pero sus antepasados recientes sí pudieron disponer de ello.
Dicha característica tan peculiar ha permitido elaborar árboles filogenéticos y determinar la evolución de estos animales.
La hipótesis más plausible es que optaran por la misma estrategia evolutiva a causa de sus elevadas tasas metabólicas.
Debido a esto necesitan alimentarse continuamente, y el veneno habría sido una herramienta muy útil que facilitaría su estilo de vida.
De hecho los venenos hipotensivos son poco comunes en el reino animal en comparación a otros tipos, aunque no exclusivos.
Además, las toxinas habrían sufrido un proceso de selección negativa o purificadora, eliminando aquellos alelos no ventajosos para los individuos.