Competencia intraespecífica

[1]​ En cambio, la competencia interespecífica sucede cuando miembros de distintas especies compiten por los mismos recursos.

[2]​ Los individuos de las especies animales y vegetales pueden competir por sus alimentos, el agua, el espacio, la luz, la posibilidad de aparearse o cualquier otro recurso limitado que puedan necesitar para sobrevivir y reproducirse.

La competencia anárquica se produce cuando un recurso se distribuye de forma relativamente equitativa entre la población, ya que todos los individuos tienen la misma posibilidad de acceso para explotar la fuente del recurso común.

Muchos animales se muestran más agresivos con sus congéneres del mismo sexo, y otros que son gregarios y tolerantes fuera de la época reproductiva reclaman territorios solos o en pareja cuando llega esta.

Las parejas son un recurso muy disputado en muchas especies, tanto de aves como del resto de animales, ya que tras la supervivencia la reproducción es esencial para que un individuo pueda propagar sus genes a la siguiente generación.

La competencia por explotación se produce cuando los individuos merman el recurso que comparten y por ello todos terminan disminuyendo su aptitud, aunque resultan victoriosos los más resistentes o los que más recursos consigan encontrar o alcanzar.

En los organismos estáticos como las plantas, la competición por explotación desempeña un papel más importante que la competición por interferencia, y al estar enraizadas en un área determinada solo pueden utilizar los recursos de su entorno inmediato sin poder emigrar como los animales.

La competencia regulada tiene lugar cuando la obtención de un recurso está asociada a una estructura jerárquica.

Estos monos consumen distintas cantidades de alimento según su rango en el grupo y a qué banda pertenezcan,[8]​ como ocurre en muchos primates.

Por ello muchas especies desarrollaron formas de combate ritualizado para determinar quién gana en un enfrentamiento y tiene acceso a un recurso sin tener que tomar parte en una pelea peligrosa.

Los machos de víbora común europea (Vipera berus) mantienen complejas confrontaciones ritualizadas cuando compiten por las hembras.

Así generalmente gana el más grande y las luchas raramente terminan con alguno de los contendientes heridos.

Por ejemplo, los animales que pastan compiten con más intensidad por la hierba cuando crece su población y el alimento se convierte en un recurso limitante.

Cuando los recursos son infinitos no se produce competencia intraespecífica y la población puede crecer exponencialmente.

Cuando la densidad es baja los individuos están libres de competencia y la población crece rápidamente.

Sin embargo, cuando la población alcanza su máximo (la capacidad de carga), la competencia intraespecífica se hace feroz y la tasa de crecimiento per cápita baja hasta que la población alcanza un tamaño estable.

[4]​ Por ejemplo las salamandras viscosas norteñas (Plethodon glutinosis) han evolucionado para variar los niveles de agresión según la competencia intraespecífica.

Los machos de búbalo luchan por defender sus territorios. Es un ejemplo de competencia directa.
Los brotes nuevos compiten entre sí y con los árboles adultos por la luz.
Los flamencos como otros animales se muestran más agresivos con los demás miembros de su especie en la época de cría.
Entre los elefantes marinos solo los machos más fuertes y dominantes logran reproducirse.
Los osos dominantes expulsan de su territorio a los demás osos.
En la competencia por explotación se consumen los recursos (como la fuente de alimento) hasta casi agotarlos, lo que perjudica a toda la población.
Entre los macacos el grado de acceso a los alimentos depende del rango que se ocupe en la jerarquía.
Muchas aves marcan su territorio mediante el canto. Así evitan enfrentamientos directos con sus competidores.
Crecimiento exponencial de la población humana en el siglo XX .