No quedan otros registros documentales que no sean las piezas de alfarería primitiva recogidas en los museos del archipiélago Canario.
[2] En el último cuarto del siglo XX, respaldados por el turismo y la conciencia nacional a nivel personal y municipal, alumnos y seguidores de "Cha Dorotea" recuperaron la tradición alfarera en El Mojón.
Entre los más veteranos: Marcial de León Barrios y Teresa Morales Robayna[3] o la familia Brito y María Rosario Armas, desde sus talleres en Arrecife.
Aunque, en conjunto, el proceso de trabajo y las piezas tradicionales son similares a lo producido en el resto del archipiélago canario, algunos aspectos del procedimiento de elaboración son singulares.
[4] Como ejemplo de alfarería marginal o complementaria están los populares «novios del Mojón», un curioso ejemplo de cómo se convierten en juguete comercial de supuesto valor simbólico, unas sencillas figuritas ancestrales.