Alejandro Sirio

[5]​ También en Oviedo realizó algunos dibujos que conserva su familia firmados con su nombre de pila, Nicanor.Tras varios trabajos en diversos pequeños comercios como cajero, contable y dependiente, el propio "Sirio" recuerda que su primer trabajo importante como artista gráfico fue el diseño de un cartel para un cinematógrafo en el barrio de Belgrano.En 1912 dibuja unos figurines para el escaparate del negocio donde trabajaba, que son observados por Julio Castellanos colaborador de Manuel Mayol en la revista Caras y Caretas quien estudia sus dibujos y lo invita a colaborar en la revista, relación que duraría doce años y que compaginaría a partir de 1916 con su colaboración en la revista Plus Ultra.De España viaja por primera vez a París donde visita exposiciones y se interesa sobre todo por el espectáculo callejero y donde su amigo Enrique Amorin lo acompaña a visitar al pintor Ignacio Zuloaga al que impresionan las ilustraciones que Sirio le muestra y que el pintor califica de "trabajo de monje" aconsejándole "no dibujar tan bien ya que lo más difícil es acabar hasta su último pormenor una obra de arte".Regresa a Buenos Aires centrándose en la preparación del libro y de las 141 ilustraciones que contiene éste,[7]​ que editado en Francia se presenta finalmente en 1929 teniendo un gran éxito.Al regreso de París en 1932, se instala definitivamente en Buenos Aires donde continua con su trabajo en La Nación y en la revista El Hogar.Así ilustró las Crónicas Virreinales que publica en El Hogar el escritor Antonio Pérez Valiente de Moctezuma.A lo largo de su abundante obra Sirio realizó ilustraciones en una amplia variación de géneros, comenzó realizando ornatos, viñetas, historietas, caricaturas, e ilustraciones costumbristas, que le sirvieron para aprender, para madurar, para desarrollar su sensibilidad y avanzar hacia a la ilustración periodística, literaria e histórica que son su legado más importante.