Mateo Hernández

En el curso académico 1906-1907 se matricula en la asignatura de Dibujo y Modelaje del antiguo.

Encuentra trabajo en una obra, y como tallaba bien la piedra, comenzó a ganar para vivir.

Ella era una estudiante de magisterio, él un bohemio, mejor dicho un hombre solitario que consagra toda su vida a la creación del arte.

Mateo y Fernande, desde aquel día, no volvieron a separarse hasta la muerte del escultor, salvo un paréntesis de catorce meses, que el picapedrero bejarano volvió a Salamanca.

En París entra en contacto con la bohemia y comienza a trabajar la talla directa en bloques de piedra.

La infanta Isabel inaugura la exposición a las once de la mañana y por tarde, en privado, la visita el rey Alfonso XIII, como así también lo hicieron en días sucesivos la reina Victoria y otros miembros de la familia real.

La exposición, que raramente se dedicaba a un artista no nacido en Francia, lograba unir gran variedad de obras.

El catálogo lo prologó René-Jean, crítico de arte que siguió su obra desde sus primeras exposiciones.

Años más tarde, con la exposición realizada en Nueva York, su obra adquiere resonancia universal.

Una vez pasada la frontera el traslado sería cuenta exclusiva del Ayuntamiento bejarano.

Aunque en un principio las obras se habían destinado al actual Museo Reina Sofía, finalmente el Estado las cede en depósito a la ciudad de Béjar, donde se exhibe medio centenar de piezas en el Museo Mateo Hernández situado en el antiguo Hospital de San Gil.

Escultura de Mateo Hernández
Foto de Mateo Hernández dando los últimos toques a la escultura de águila real.