Alargascencia

La alargascencia es un movimiento social, comportamiento o tendencia cultural inscrito en el anticonsumismo, y cuyo objetivo concreto es alargar la duración de cualquier objeto de consumo, evitando así la sobreexplotación de materias primas y recursos naturales y la producción de nuevos residuos.

Surge en contraposición directa a la obsolescencia programada y la propia palabra es acrónimo de alargar y obsolescencia.

[1]​[2]​ Este neologismo parece haber sido acuñado por la organización ecologista Amigos de la Tierra en una campaña promovida en 2015.

[4]​ La alargascencia es un concepto moderno que empezó a gestarse en torno al año 2015, y que solo se entiende dentro del contexto de su antónimo, la obsolescencia programada.

Tras las diferentes etapas e interpretaciones por las que ha pasado la obsolescencia programada a lo largo del pasado siglo XX y principios del XXI, la alargascencia se sitúa en la última etapa y en clara contraposición con aquella, y de esta manera, en clara sintonía con todas las tendencias ecologistas del siglo XXI, entre cuyos múltiples objetivos sintonizan especialmente con la alargascencia los de decrecimiento, anticonsumismo, friganismo y los movimientos tendentes a la reducción, reutilización y reciclaje de productos de consumo.

Ejemplo de alargascencia: los dos relojes son del mismo modelo, el rojo es obsolescente y su obsolescencia programada está en la correa, de vida corta, soldada al cuerpo del reloj e irreemplazable. El consumidor del ‘reloj alargascente negro’ se ha rebelado y ha conseguido alargar la vida del mismo quitando la correa rota y colocando otra reutilizada, usando alambre y pegamento.