El foramen se desarrolla lentamente de forma craneal y posteriormente en dirección caudal en tanto el fórnix crece en tamaño.
La estrechez del foramen es más común en niños y se asocia a inflamación,[5] infecciones congénitas (con particular relevancias sobre TORCH –Toxoplasma, Rubéola, Citomegalovirus, Herpes), anormalidades del desarrollo, incluyendo a la arteria basilar y los plexos coroideos; el crecimiento anormal de tejido circundante, como los quistes coloideos, los tumores de células gigantes subependidimarios, nódulo o harmatomas.
La sintomatología más común asociada al bloqueo es el dolor de cabeza; otros síntomas incluyen síncope, demencia y coma, los cuales se relacionan con hidrocefalia obstructiva del o los hemisferios comprometidos.
Dicha hidrocefalia puede identificarse por una TAC o una Resonancia Magnética del cerebro, y el tratamiento involucra manejo neuroquirúrgico en el cual se utiliza instrumental de endoscopía para acceder al foramen, ampliarlo o crear una nueva abertura a través del septum pellucidum, y entre los ventrículos laterales.
Debido a la complejidad del manejo de dichas patologías, algunas cirugías pueden comprometer estructuras cercanas, generando complicaciones como amnesia anterógrada, incapacidad para movilizar alguna parte del cuerpo, mutismo acinético, entre otros.