Afronegrismo

Abundan en el español de América y en especial en las Antillas Mayores,[1]​ y también algunos se encuentran en el español de la antigua colonia de Guinea Ecuatorial.

Durante los siglos XVI, XVII, XVIII y gran parte del XIX llegaron a las colonias de Hispanoamérica, bien directamente, bien a través de los portugueses, numerosos esclavos africanos y estos aportaron al español de América y al español en general numerosos préstamos léxicos (unos doscientos) que provenían de muy distintas lenguas y designaban costumbres, actividades u objetos nuevos que era preciso nombrar, algunas veces alteradas a través de "lenguas puente" como el portugués o un pidgin.

[2]​ Muchos de estos afronegrismos estaban relacionados con la música, el baile, la gastronomía, las creencias, la fauna, la flora y las costumbres: marimba, conga, pachanga, bachata, merengue, sandunga, mambo, guateque, cachimba, mucama, macaco, milonga, ñame, mamba, vudú, ñeque, quimba, macandá, timba, tanga, banana, baobab, guateque, macuto, mandinga, mandanga, mondongo, quijongo, musuco, moronga, dengue, chévere, baquiní, bonobo, bwana, safari, chikunguña, ébola, ganga o enganga, suricato, tsé-tsé, vuvuzela, zika... Y, aunque muchos de estos vocablos se perdieron, gran parte de ellos se incorporaron al vocabulario español.

[3]​ Uno de los primeros usos del término, y posiblemente el más influyente para que aparezca en el Diccionario de la Real Academia desde 1983,[4]​ es del etnógrafo cubano Fernando Ortiz, en su Glosario de afronegrismos (1924).

Por otra parte, los ñáñigos cubanos del abakuá procuraron conservar los restos de las lenguas africanas a través de sus ritos y ceremonias.