Estuvo bajo la dirección del pintor Seiffert, quien le recomendó ir a Múnich.
Por casualidad, Lier conoció al pintor Richard Zimmermann de Zittau, quien lo acogió en su estudio y se convirtió en su asesor.
Pronto demostró ser el mejor alumno de Zimmermann y se desarrolló una relación amistosa entre los dos.
Allí se encontró por primera vez con los grandes maestros del paisaje francés, como Rousseau, Baubinan, Corot, Dupré, Díaz y Trouon, que entonces estaban en su mayor esplendor.
La falta de familiaridad con esta tendencia realista lo sorprendió al principio y no se abrió a relacionarse con ellos.
Los maestros franceses se le aparecieron a Lier como portadores de luz y siempre elogió este giro en su visión artística como lo más saludable que le había ocurrido para su obra.
Allí estuvo representado con las pinturas: "cuatro horas del día", una "mañana", un "mediodía", una "tarde" y una "noche", así como con una "zona de Isar cerca de Múnich", lo que le dio a conocer.
Introdujo por primera vez el "paisaje íntimo" de los franceses en Alemania, sin perder su peculiaridad y también educó a sus alumnos en este sentido.
Ya en 1873 abandonó este trabajo de enseñanza para poder volver a crear por sí mismo con más libertad y porque su salud era débil.
Un viaje a Holanda en 1873 le inspiró para pintar La playa de Scheveningen.