[2] Más adelante, M. Laya le presentaría la poesía francesa que en los años venideros capturaría su imaginación.
Al año siguiente, probó suerte con el teatro y presentó una obra, l'Amour exilé des Cieux ("Amor exiliado de los cielos"), pero le debía su reputación literaria a sus elegías populares.
El Directorio no les ofreció ninguna indemnización, y el Consulado sucesor lo trasladó a un trabajo mal pagado en Alejandría.
La melancolía que sintió se vio reforzada al sentirse tan lejos de su tierra natal.
[3] Las cosas estaban mejorando para Adélaïde y su esposo, pero una vez más, el ambiente político tempestuoso de la Francia contemporánea perturbó sus planes: la caída del Imperio francés afectaría a ella y a sus conciudadanos.