Tras este triunfo del ejército nacional, la España republicana conservaba sólo el sector suroriental del territorio español, zona rodeada completamente por territorio enemigo y el Mar Mediterráneo, en una muy mala situación estratégica, y en clara inferioridad militar frente a las tropas franquistas, por lo cual los gobiernos de Francia y Gran Bretaña estimaron que el triunfo definitivo del bando franquista era ya inevitable.
Bérard a su vez manifiesta la preocupación francesa por la presencia de soldados alemanes e italianos en España.
Al mismo tiempo, el conde Jordana expresa que el bando nacional se niega a apoyar financieramente a la manutención de los españoles republicanos en suelo francés, y rechaza todo intento de Francia para utilizar para dichos fines el dinero español bajo su custodia.
No obstante, el bando nacional rehúsa celebrar un acuerdo escrito con Francia sobre la neutralidad española, y Jordana expresa a Bérard sólo unas vagas garantías verbales de Franco en tal sentido.
Además, en tanto Reino Unido estaba presta a reconocer incondicionalmente al gobierno de Francisco Franco con o sin apoyo francés, Daladier y Bonnet decidieron imitar la decisión británica y no ejercer presión sobre Franco respecto al tema de la neutralidad.
Precisamente en virtud del Acuerdo Bérard-Jordana los buques republicanos son entregados por el gobierno francés a la España franquista después de unas semanas.
Pétain llegó a España el 16 de marzo de 1939 y se instaló como embajador en San Sebastián, hasta que la sede diplomática francesa se trasladó a Madrid en octubre del mismo año.