En la actualidad, Aceuchal constituye un núcleo típicamente rural, en el que la evolución experimentada en los últimos años no ha eliminado su carácter tradicional ni su valor ambiental.
La flora silvestre ha sido sustituida casi completamente por los cultivos agrícolas de secano.
Las encinas han desaparecido por completo quedando apenas un matorral residual de aulagas y cantuesos.
Del acebuche, árbol que da el nombre al pueblo, sólo quedan algunos ejemplares aislados.
Entre las especies cinegéticas destacan la perdiz, la codorniz o, más escasamente, la tórtola común y los zorzales siguen visitando los olivares en invierno.
A pesar de la grave contaminación que asola al río Guadajira, aún remontan las aguas, más limpias en primavera, especies endémicas como pardillas y calandinos; pero una especie protegida, el jarabugo, parece haber desaparecido definitivamente.
En el siglo XIV parece ser que fue Alfonso XI quién fundó y pobló Aceuchal.
Y descubriendo viejas particularidades del laborioso pueblo, según el presbítero extremeño Vicente Navarro del Castillo, durante el siglo XVI, 25 habitantes de Aceuchal contribuyeron a la conquista americana, entre ellas, 20 personas salían para Costa Rica en la expedición que el ucedano Diego de Artieda Chirino y Uclés organizaba en 1575 para colonizar las tierras centroamericanas.
Mientras María fallecía durante la travesía del Atlántico, Juan moría en 1572 en Cumaná, donde era alcalde, cuando en una batalla sostenida con los indios, una flecha acabó con su vida.
Le seguía Marina, que nació en 1549 también en Aceuchal, esta ya casó en Cumaná con Andrés Ardouín en 1570 y tuvieron cinco hijos.
Se casó en 1588 con una tal Juana Gómez, de Extremadura y tuvieron tres hijos.
Todos ellos se quedaron en la ciudad de Cumaná, donde el apellido Rangel (deformado en Venezuela como Rengel) sigue recordando aquel matrimonio y los hijos que le habían nacido en Aceuchal.
[2] A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, entonces conocido como Azauchal.
Entre sus contenidos artísticos se cuentan diversos retablos barrocos, habiendo desaparecido el mayor, obra del siglo XVI compuesta por 24 tablas góticas atribuidas a Antón de Madrid o Estacio de Bruselas, de las que únicamente se conservan dos representando a San Pedro ad Vincula y San Juan Bautista.
En homenaje a tan significada figura, el pueblo tiene un monumento dedicado al "ajero", expresiva obra en bronce de Fulgencio León Manchego, erigida en 1985.
Además, cabe destacar igualmente los dulces caseros, elaborados principalmente en Semana Santa y otras.
La fiesta finaliza al anochecer tras quemar el manuscrito del Inquisidor en una hoguera y con la celebración con distintos actos para festejar la victoria.
Un acontecimiento normal en la localidad se llegó a exagerar tanto que corrió de boca en boca que Josefa, gracias a los ajos, pudo saltar sobre las casas y volar montada en su escoba.
Finalmente todos reunidos en torno a una hoguera, quemaron el edicto festejando su triunfo.