Sin embargo, el uso más común de la frase es un término peyorativo originado en Estados Unidos para compuestos ofrecidos como medicinas, que implica que son un simulacro, un fraude o pura charlatanería.
[1] Los trabajadores chinos empleados en la construcción del primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos introdujeron el uso del aceite de serpiente entre los trabajadores europeos con dolor articular.
Para incrementar las ventas se solía emplear a un cómplice entre el público, que atestiguaba las bondades del medicamento simulando ser un testigo imparcial, con el ánimo de provocar un entusiasmo comprador entre los espectadores.
El supuesto doctor y su cómplice procedían a abandonar el pueblo antes de que los compradores empezaran a sospechar que habían sido estafados.
Son especialmente frecuentes las afirmaciones de curas "revolucionarias" para enfermedades crónicas como la diabetes o el alzheimer, para las cuales la ciencia médica actual, basada en pruebas médicas, solo conoce tratamientos sintomáticos.