Su edificación era un problema arquitectónico poco evidente con la tecnología constructiva de la época.
[3][4] La documentación antigua existente sobre la descripción de estos ingenios mecánicos asigna la denominación "aceña" a los mecanismos que funcionan en ríos con gran caudal, mientras que se reserva la denominación "molino" a aquellos ubicados en cauces de menor caudal.
[4] Es por esta razón que la denominación aceña es correcta al mencionar los de Zamora a orillas del Duero.
La primera referencia escrita que se tiene de ellas es del año 986,[5] y alcanzaron su máximo apogeo en el siglo XIII.
Las propiedades de las aceñas son concedidas a las órdenes religiosas por el rey.