Según los estatutos que regulan la Real Academia, sus funciones son las de investigar la ciencia del Derecho y sus materias auxiliares, contribuyendo a progreso de la legislación.
Cuando José I Bonaparte es coronado rey de España, la Academia rechaza su reconocimiento lo que le permitirá cuando se produce el restablecimiento del absolutismo por Fernando VII, granjearse la simpatía de este y obtener una fuerte ayuda económica.
No obstante, si bien no había legitimado al monarca bonapartista, la Academia tenía una clara impronta liberal que se vería rápidamente atestiguada con la jura por sus miembros de la Constitución de Cádiz en 1820.
Los cambios en la denominación fueron continuos a partir de ese momento.
El siglo XIX avanza para la institución como un periodo fecundo y rico y, tras el Sexenio Democrático, Alfonso XII restaura el título de Real Academia, que volverá a perder durante la Segunda República y se recupera de nuevo en el franquismo hasta la fecha.