Academia de Artillería de Segovia

Los superiores conocimientos que los artilleros debían tener de su oficio, hacen que ya en el siglo XVI se necesite saber todo lo escrito sobre el arma, para sentar plaza de artillero.Cualquier problema que pudiera surgir en la puesta en marcha del Colegio podía ser resuelto con relativa rapidez, directamente con el Rey, o con sus colaboradores más próximos.No hay trabas para contratar a los mejores profesores civiles o para destinar a los militares mejor preparados, ni existen inconvenientes de ningún tipo para traer los medios más modernos y eficaces, con el fin de conseguir que los oficiales que cursen aquí sus estudios, se encuentren perfectamente preparados tanto profesional como humanamente, por lo que la elección de unos y otros se escoge de forma minuciosa.Los sesenta primeros alumnos que ingresaron (así como los que les precedieron), cuya edad de ingreso oscilaba entre los 12 y 15 años no cumplidos (cifra que será variable en el tiempo), fueron instruidos para ser promovidos al empleo de subtenientes, siempre y cuando hubiesen cumplido al menos los 18 años.Entre otras actividades desarrolladas por el Real Colegio, cabe añadir los Estudios Sublimes, impartidos a subtenientes y personas civiles que lo deseasen, que se materializaron con la inauguración en 1792 del laboratorio de Química en la Plazuela del Alcázar, para llevar a cabo un curso de Química y Metalurgia.Los adversarios de Proust creían que los compuestos podían combinarse en cualquier cantidad.En esta demostración participaron los capitanes D. Pedro Fuertes, D. Manuel Gutiérrez y D. César González, los cadetes D. Gesualdo Sahajosa y D. Pascual Gayangos y un grupo de artilleros, todos ellos dirigidos por Louis Proust; y constituye el antecedente más antiguo de lo que, casi 100 años más tarde, sería el Servicio de Aerostación del Ejército.Ante la superioridad de las unidades francesas, los cuarenta alumnos que quedaron en el Alcázar capitularon, siendo ocupado el recinto por 350 franceses y cinco piezas de artillería.La peregrinación comenzó con la llegada a Salamanca, donde no pudieron reanudarse las clases ante una nueva amenaza francesa.Con la llegada de la expedición a Orense se decidió continuar viaje hacia Sevilla, ya que La Coruña había caído en manos francesas.La travesía se realizó vía Oporto-Lisboa, embarcándose en esta última con rumbo a Huelva y desde aquí a Sevilla, donde se iniciaron las clases en marzo de 1809.Finalizada la guerra, se dispuso por Real Orden el regreso del Colegio a la ciudad de origen.Se llevó a cabo mediante una escala en Alicante, dando comienzo las clases en el Alcázar en diciembre de 1814.Todo parecía indicar que la estabilidad del Colegio se había alcanzado, sin embargo, otro acontecimiento vendría a perturbar su estancia en Segovia.[11]​ Por Real Orden de 1824, se aprobó el Reglamento para el Colegio General Militar,[12]​ donde se cursarían las carreras de Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros.En esta situación, se aprobó como dato curioso el único Reglamento del Real Colegio de Artillería en el cual se cita que “los oficiales de las compañías de Caballeros Cadetes, vivirán precisamente dentro del Colegio y no podrán ser casados, ni viudos con hijos”, si bien tal disposición ya se practicaba desde los primeros años de existencia del Colegio.Los gastos que se ocasionaban fueron sufragados por los alumnos, si bien la Junta Central del disuelto Cuerpo también aportó fondos para su mantenimiento.En el crepúsculo del día siguiente, la Academia se entregó al general gobernador militar de la plaza.Su Coronel-Director Don José Marchesí Sagarra, fue condenado a muerte, pena que se le conmutó por la de reclusión perpetua; los profesores fueron también condenados a penas de reclusión, y los alumnos fueron licenciados.Es el germen del actual Centro de Adiestramiento y Simulación que, tras añadírsele los más modernos simuladores de Artillería Antiaérea, acoge a todas las unidades de la artillería española, que pasan por sus instalaciones a lo largo del año para mejorar su adiestramiento e instrucción.La definición más exacta y a la vez lisonjera nos la da el periodista inglés Houghton en sus crónicas sobre las Guerras Carlistas: «Desde el Colegio de Segovia están ya los cadetes envueltos en una especie de francmasonería aristocrática y severa, que hace de ella una corporación, distinta del resto del Ejército.Tienen un aire frío, distinguido, reservado, casi altivo con las otras armas, siempre digno con sus soldados.En el año 1817 se produjo la compra del grueso de la Colección principal, al adquirir el Colegio el ramo mineralógico del gabinete de Casimiro Gómez Ortega.Por otro lado, no debe echarse en falta la unión y hermandad que el Centro tiene con la ciudad de Segovia, exteriorizada desde la instalación del Real Colegio en la ciudad.Resaltar el acuerdo del Ayuntamiento de Segovia mediante el cual, desde 1952, se otorga a los oficiales del Arma que terminen sus estudios en esta Academia el título de “Segoviano Honorario”.
Academia de Artillería de Segovia.
Felice Gazzola con el Real Colegio de Artillería al fondo.
Alumnos del Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia.
Monumento en la entrada del Real Colegio de Artillería de Segovia .
Éxodo del Real Colegio de Artillería de Segovia en la Guerra de la Independencia
Academia de Artillería. Patio de Orden del Convento de San Francisco, 1878. Al fondo la iglesia de San Francisco donde destacan algunos de sus grandes ventanales, el reloj de sol y la espadaña.
Los alumnos de la Academia de Artillería durante la misa de campaña que precedió a la jura de banderas (1909).