Abadía de Noirlac

La primera denominación del monasterio fue «Maison-Dieu», pero a partir de 1290 ya es conocido como «Noirlac» (en francés: Lago negro) por estar situado junto a una gran ciénaga en la que, al parecer, se había ahogado un hijo del señor de Charenton.

Durante los primeros tiempos la abadía pasó graves dificultades económicas que se paliaron gracias a las gestiones del propio Bernardo de Claraval ante el consejero del rey Luis VII, el abad Suger, quien concedió a la recién nacida comunidad una remesa de trigo.

En 1650 sufrió graves daños en los enfrentamientos entre los campesinos opuestos al Príncipe de Condé y las tropas reales.

Las naves están separadas por robustos pilares rectangulares: central, más elevada, dispone de ocho tramos cubiertos por bóvedas ojivales.

Las bóvedas muestran los típicos soportes interrumpidos y una radical austeridad decorativa, como es propio del arte cisterciense.

Claustro de la abadía de Noirlac.