La abadía fue finalmente disuelta por la administración francesa en 1803, aunque muchos de sus edificios continuaron en uso con otras funciones.
En 590, el rey lombardo Agilulfo contrajo matrimonio con la princesa Theodelinda de Baviera, devota católica que influyó junto a san Columbano en su conversión al catolicismo.
A Columbano le gustó este emplazamiento ya que, aunque era un misionero entusiasta, prefería la soledad para él y sus monjes.
Junto a esta pequeña iglesia, dedicada a San Pedro, Columbano erigió un pequeño monasterio, que adoptó la regla de San Columbano, basada en las prácticas monásticas del cristianismo irlandés.
Según la historia, Attala resucitó a Bladulfo y libró a Arioaldo de la posesión diabólica sufrida en castigo por su crimen, tras lo que el monarca lombardo se convirtió al catolicismo.
Durante el tubulento siglo VII, Bobbio continuó siendo un referente para la fe y cultura católica.
La sobrina de Ariperto I, Theodelinda, restauró al papado todas las de Bobbio que pertenecían por derecho a la Santa Sede, restitución confirmada por Ariperto II al papa Juan VII en 707.
La cita es el versículo 6.63 del Evangelio de San Juan; este versículo adquiere peculiar significación si se lee en relación con las intrincadas circunstancias que la Iglesia atravesó durante el periodo en que la Basílica era decorada.
[1] Igualmente, los frescos renacentistas deben relacionarse con este versículo 6.63 de San Juan.
El núcleo de la biblioteca de la abadía estuvo formado posiblemente por los manuscritos traídos desde Irlanda por Columbano (aunque estos deben haber sido realmente muy pocos) y por los tratados escritos por él mismo.
Otros veintiséis volúmenes fueron entregados en 1618 al papa Pablo V para la Biblioteca Vaticana.
El texto enumera una lista de la siguiente manera ejemplificada: "ansa non asa" .