El jus ad bellum, las razones para iniciar una guerra, se definen cada vez más según los principios gemelos del nuevo sistema internacional: integridad territorial y soberanía política de los estados.
El utilitarismo no justifica la no-proporcionalidad, es decir el uso de armas desproporcionado en comparación con los medios defensivos del enemigo[6] Un documento reciente de Naciones Unidas llamado Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos ofrece algunos consejos sobre las circunstancias que puede legitimar una guerra.
(c) Último recurso: Un Estado puede recurrir a la guerra solo si ha agotado todas las alternativas no violentas o pacíficas plausibles de resolución del conflicto en cuestión, especialmente la negociación diplomática.
Cualquier estado que quiera iniciar una guerra debe comparar primero los bienes obtenidos por todas las partes (su propio ejército, el ejército contrario y terceras partes) con los males que afectarán también a todos, especialmente las víctimas.
Todas las demás personas son consideradas inocentes, y en consecuencia deben permanecer al abrigo de cualquier ataque.
Para no confundir a todo un pueblo con los dirigentes que lo han conducido hacia tendencias asesinas, hace falta juzgar períodos de historia determinados, y que se puedan condenar hechos, individuos, ideologías, para poder permitir una recuperación colectiva.
Pero esta concepción de las cosas presupone que un país decida renunciar a toda forma de defensa armada para confiar su seguridad y su independencia sobre la preparación y, dado el caso, sobre la puesta en práctica d la defensa civil noviolenta.
Hoy en día, no existe un control de los medios violentos ofrecidos a las partes beligerantes (…).
[33] He aquí algunos tipos de conflicto armado que se desarrollan actualmente o que corren el riesgo de producirse en el siglo XXI (el terrorismo se trata en una sección aparte): Guerras civiles - Hasta principios del siglo XX, la guerra civil es considerada como un asunto estrictamente interior que es competencia reservada del estado concernido, el cual tiene de hecho y por ley todas la atribuciones para tratar de la forma que mejor le parezca a los facciosos, considerando por ejemplo a los rebeldes en armas como simples criminales y aplicándoles su propio derecho penal.
Protege a las personas que no participan en el conflicto, prohíbe los ataques dirigidos contra la población civil o contra los bienes indispensables para su supervivencia, da derechos a las personas detenidas durante el conflicto y prohíbe los desplazamientos forzosos de población.
Sus consecuencias deben ser consideradas, por cualquier actor racional, como un gran mal físico y moral.
Esto incluye el caso en que una de las partes en conflicto ataque por voluntad propia objetivos (humanos o materiales) no militares.
Se entiende por objetivo no militar entre otros, los civiles, los prisioneros de guerra y los heridos.
Sin embargo, estas intervenciones han sido criticadas al mismo tiempo sobre todo por haber generado un beneficio a las fuerzas beligerantes o a los Estados y otras fuerzas que tiran partido de este falso humanitarismo que esconde la inacción o la ausencia de un verdadero compromiso por la paz.
En Camboya, trabajando en los campos de refugiados instalados en la frontera tailandesa, las ONG han sido instrumentos de una política organizada conjuntamente por tailandeses, americanos y chinos, debido a su confrontación con los rusos y los vietnamitas, para mantener estos campos.
Ante tales condiciones, sólo los ciudadanos pueden movilizarse por sí mismos para revertir la política de los Estados.
Lo más probable, en ese caso, es que decidan llevar a cabo una operación militar-humanitaria sin mostrar una verdadera voluntad política".
Lejos de reducirse a acciones de carácter urgente, el humanitarismo, enriquecido por un conocimiento sobre los derechos humanos, puede encontrar su verdadera dimensión política, es decir, en el que los individuos y las víctimas se conviertan en sujetos.
En consecuencia, los compromisos de la ONU para la paz se limitarán a los "intersticios" que los dos grandes le acordarán, es decir, allá donde sus intereses no estarán directamente implicados.
Después de 1989 la ONU no va a tener ocasión para desarrollar la profunda reforma que le habría permitido enfrentar la nueva situación mundial.
Además, estas operaciones van a tener que decidirse y ponerse en marcha con carácter urgente, sin una firma de alto el fuego previa, ni acuerdos políticos que creen expectativas de paz, como había sido el caso hasta entonces.
Deja de forma clandestina Bosnia, pasando el testigo a la OTAN cuando los combates ya habían cesado.
Las fuerzas armadas se consideran a veces conservadoras, incluso reaccionarias o aún peor, instrumentos antidemocráticos que defienden la causa de la dictadura.
Por eso, la lealtad hacia el Estado es fundamental (…) y prioritaria en comparación con la obligación con la propia profesión".
Esta iniciativa ha solicitado al mismo tiempo otro tipo de contribuciones: científicas, políticas, etc.[68] Procesos y propuestas para el desarme El desarme en los países industrializados - "Desde la caída del muro de Berlín, los programas han sido meramente reducidos, raramente abandonados.
Esta situación es en parte imputable a los países industrializados, que no han finalizado aún su ayuda militar o sus exportaciones de armas.
La otra mitad consiste en consagrar completamente los recursos que se ahorrarán, al desarrollo humano.
La primera tarea consiste pues en aislar estos dividendos en un lugar especial dentro de los presupuestos nacionales.
[71] Alemania - Habiendo implicado el mundo en guerras sucesivas y totales, llevando la pesada herencia de un holocausto... el pueblo alemán ha estado profundamente traumatizado por las consecuencias del uso escandaloso de la fuerza y los abusos causados por los nazis contra las fuerzas armadas.
Los soldados tienen derecho a dirigirser personal y directamente, sin pasar por la vía jerárquica, al Comisario Parlamentario para las Fuerzas Armadas.