Entre ellos, algunos extranjeros habitaban ya en Florencia, otros llegaron inmediatamente después de la inundación, se pusieron manos a la obra para ayudar a la población golpeada y para recuperar, salvándolas del lodo, obras de arte, cuadros, estatuas, libros que, de lo contrario, se habrían perdido definitivamente.
[4] La expresión ha sido luego utilizada, a partir del aluvión de Génova del 1970, en otros acontecimientos catastróficos, típicamente inundaciones, para indicar las ayudas llevadas sobre todo de los jóvenes a las poblaciones.
Estas actas de solidaridades no parecen comparables con lo que sucedió en Florencia y en Toscana en el 1966, que adquirió dimensiones nacionales e internacionales por los daños del Aluvión al patrimonio cultural considerado simbólicamente perteneciente a toda la humanidad.
[8] A veces han sido incluidos, en sentido más general, entre los Ángeles del barro de Florencia los pertenecientes a las Fuerzas armadas, Bomberos, organizaciones de asistencia pública encargadas del socorro como su misión institucional o constitutiva, sobre todo en referencia a acciones que de alguna manera hicieran su deber.
Entre estos: Joan Baez, Gualtiero Bassetti, Pier Luigi Bersani,[10] Giuseppe Betori, Máximo De Alema, Francesco De Gregori, Joschka Fischer, Giuliano Pisapia, Antonello Venditti y muchos otros.
Las provincias italianas que contribuyeron más son Prato, Fiesole, Sesto Fiorentino, Pistoia, Lucca y Arezzo.