Ángela Graupera

Lo que yo he visto en la guerra" recopilación de sus vivencias en el frente, reeditada en 2018.

Se casó con Manuel Buxedas y Aupí, más tarde propietario de la confitería «El Gurugú» en Melilla.

Considerada una mujer avanzada a su época, protestó contra la realidad que le rodeaba como escritora y activista.

Su amistad con Regina de Lamo y Michaela Chalmeta parecen marcarla en este sentido.

Tras su estancia en Bélgica regresó a Cataluña en los años finales de la dictadura, hacia el 1928-29.

Escribe con contundencia tanto afirmando como silenciando, con el objetivo de no condicionar ni manipular el lector, señalan los investigadores de su obra Desirée Oñate y Josep Maria Reyes.

[5]​ Sobre El gran crimen (1935) la periodista Mercè Ibarz señala: Escrito en primera persona, a retazos rápidos, en notas de la autora tras las penosas jornadas en su hospital alucinante, se lee como un documental.

Sus imágenes, en bruto, se suceden en un texto premonitorio de lo que el escritor Samuel Beckett diría después: el estilo no es más que un corbatín en un cuello canceroso.

Hace pensar también en el documental de John Huston al volver de la II Guerra Mundial, Let there be light (Que se haga la luz, 1946), rodado en un hospital para soldados enfermos mentales.

[2]​ Compartirá colecciones de novelas con Federica Montseny, Regina Opisso, Maria Solà, Carlota O'Neill, Romilda Mayer, y Joaquina Colomer, Rosario Montes, Dora Ferré, Marta Espinosa y algunas más en una colección de novelas que por primera vez se dirigen a la clase trabajadora y donde la mujer es modelo y protagonista activa de las narraciones.