A lo largo de los años fue representada por diversos elencos en numerosas oportunidades, tanto en teatro como en televisión, y en 1938 se realizó una película del mismo nombre basada en la obra y dirigida por Luis Bayón Herrera.
Un día, también por broma, se la leyó a un amigo quien le instó a enviarla al teatro de la Comedia donde actuaba la compañía de Gerónimo Podestá, lo que hizo sin revelar que era el autor.
La obra fue rechazada por "irrepresentable" y entonces un amigo la hizo llegar al crítico teatral Joaquín de Vedia, quien luego de leerla y, sin revelar la identidad del autor, le pidió a Enrique García Velloso que la leyera comentándole que era una pieza muy graciosa y que “corrigiendo algunos defectos de técnica y suprimiendo algunas escenas que "si se repiten harían reír”.
fue caracterizado por el crítico e investigador Luis Ordaz como un vodevil con tema ingenuo pero desarrollado con mano diestra y desbordante de humor satírico aunque sin caer nunca en lo burdamente caricaturesco.
Es la caricatura de la superstición que atribuye a ciertos individuos una funesta influencia magnética ("jettare" en italiano -- "jeter" en francés -- significa lanzar y en el contexto: "lanzar rayos o efluvios nefastos", de allí viene la palabra lunfarda yeta -es decir: mala suerte-); superstición muy difundida entonces en Buenos Aires, especialmente en los clubes.