En la actualidad no solo conserva el repertorio tradicional sino que además es una importante fuente para la música contemporánea.
Por el siglo VII se introducen en Japón desde China, el gakuso (cítara) y el gakubiwa (tipo de laúd), los cuales han sido utilizados desde muy temprano en el gagaku.
En este período existían tres gremios pertenecientes a Osaka, Nara y Kioto.
Compositores del siglo XX como Tōru Takemitsu ha compuesto trabajos para conjuntos de gagaku, así como para instrumentos individuales utilizados en esta música.
Destacan las obras de Henry Cowell (Ongaku, 1957), Alan Hovhaness (numerosas obras), Olivier Messiaen (Sept haïkaï, 1962), Lou Harrison (Pacifika Rondo, 1963), y Benjamin Britten (Curlew River, 1964).