Además, puede estar respaldado con la mención de los Tratados vigentes o disposiciones legales que se hubiesen establecido internacional o nacionalmente y que se entiendan vulnerados.Este documento también tiene uso geopolítico, ya que, en ocasiones, cuando durante una guerra una nación es derrotada por otra, muchas naciones declaran la guerra al vencido como un acto de respaldo o sumisión ante el vencedor.En las ciudades-estado griegas de Esparta y Atenas la asamblea del pueblo decidía la guerra.Los romanos no empezaban las hostilidades sin mandar sus heraldos al pueblo de quien exigían satisfacción para hacerles comprender que desde aquel día eran mirados como enemigos.Por ejemplo, escribiendo en 1737, Cornelius van Bynkershoek juzgaba que «las naciones y los príncipes dotados de cierto orgullo no suelen estar dispuestos a hacer la guerra sin una declaración previa, pues desean, mediante un ataque abierto, que la victoria sea más honorable y gloriosa» [3] Escribiendo en 1880, William Edward Hall juzgó que «cualquier tipo de declaración previa es, por lo tanto, una formalidad vacía a menos que al enemigo se le deba dar tiempo y oportunidad para ponerse en estado de defensa, y no hace falta decir que nadie afirma que tal quijoterismo sea obligatorio.» [4] En la primera Convención de La Haya de 1899, los estados signatarios acordaron que al menos otra nación sea utilizada para mediar en disputas entre estados antes de entablar hostilidades: El Convenio de La Haya de 1907 denominado "Convenio relativo a la apertura de hostilidades" establece las acciones internacionales que un país debe realizar al iniciar las hostilidades.Esto difiere según el país, ya que algunos no tienen un proceso de aprobación previa y un determinado jefe de Gobierno puede declarar la guerra sin condiciones previas.
El mariscal
Wilhelm Keitel
firma la rendición de la Alemania nazi en mayo de 1945.