es una palabra de origen japonés que significa literalmente bon = "bandeja" + sai = "árbol" (aunque etimológicamente procede del término chino 盆栽, penzai, que significa pén = "cuenco" + zāi = "planta") y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, normalmente arbustos, controlando su tamaño para que permanezcan de un tamaño muy inferior al natural, mediante técnicas, como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, etcétera, y modelando su forma para crear un estilo que recuerda una escena de la naturaleza.
Un bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida, sino que se mantiene pequeña dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo, dependiendo de la especie.
En general, cualquier especie arbórea o arbustiva puede ser cultivada como bonsái, pero las más apreciadas por los aficionados son aquellas que poseen las hojas pequeñas de forma natural y además son resistentes al cultivo en maceta, como por ejemplo, las especies de los géneros: Acer (arce), Pinus (pino silvestre), Ulmus (olmo), Rhododendron (azalea), Ficus (higuera), Olea (olivo), Juniperus (enebro), Pyracantha (espino de fuego), etc.
El bonsái tiene un frente visual, y la escuela tradicional japonesa de diseño se basa en una serie de conceptos que deben seguirse para conseguir la perfección estética: - Conicidad del tronco: siempre será más ancho en su base que en la parte superior.
- Triangularidad: el conjunto de las ramas y hojas deben tener un perfil triangular desde el frente, pero también lateralmente e incluso vistos desde arriba.
También se busca que las raíces, en su zona más cercana al tronco (nebari), formen un sistema radicular visible.
Actualmente existen otras escuelas de diseño, como la europea, en donde estas reglas tradicionales varían algo.
Esto suele suceder dependiendo de muchos factores (época del año, clima de la zona, actividad del árbol, situación, etc.) y, por tanto, el riego puede ser necesario varias veces al día en verano o cada dos o tres días en invierno.
Se debe emplear una regadera de agujeros finos, para así aportar más oxígeno, evitar degradar el sustrato y no alterar su granulometría ni el drenaje del mismo.
Al utilizar agua de uso corriente se recomienda dejarla reposar como mínimo 24 horas, ya que de este modo gran parte del cloro y demás elementos químicos nocivos quedan en el fondo del recipiente.
Las plantas verdes necesitan tres tipos de nutrientes esenciales para florecer: nitrógeno, fósforo y potasio.
Algunos abonos orgánicos proporcionan unos cuantos como magnesio, cinc y hierro, pero estos no son todos los que las plantas necesitan.
Muchos abonos químicos contienen estos elementos, en cuyo caso deben figurar en la lista de contenido.
Si se prefieren los nutrientes orgánicos, hay que buscar en los catálogos de los viveros para encontrar los aditivos específicos.
En general, suele hacerse al comienzo de la primavera, justo cuando las yemas están hinchadas pero los brotes aún no han abierto, cortando entre 1/3 y 2/3 de las raíces, aunque puede haber casos en los que no sea necesario.
El musgo es una parte decorativa opcional que aporta una textura sedosa a la superficie del suelo, aunque también es útil para mantener más la humedad en la tierra durante la época seca.
Podrás leer que existen distintas categorías con nombres en japonés, aunque siempre pueden variar dependiente del país.