Su capacidad craneal era de alrededor de 515 cm³, la cara está muy ancha y redondeada, con unos incisivos muy pequeños, pero unos enormes molares y una cresta sagital a la que debían unirse unos grandes músculos masticadores.
Los machos pesaban en promedio de 49 a 61,7 kg, según diferentes cálculos, y las hembras 34 kg, reflejando un claro dimorfismo sexual, y la altura mínima se ha calculado en 1,56 ± 0,039 m.[1][2] Paranthropus boisei vivió en un medio ambiente más seco que sus ancestros Australopithecus.
Así, con unas poderosas mandíbulas pudo tener acceso a raíces, tallos gruesos, etc.
En cambio, el resto de su estructura corporal no varió prácticamente nada con respecto a sus antecesores Australopithecus.
[4] Paranthropus boisei vivía en zonas llanas de África Oriental, donde, a causa del cambio climático, los bosques habían desaparecido reemplazados por sabanas y llanuras extensas, así como valles fluviales donde se concentraba gran cantidad de vida terrestre y semiacuática.