Finalmente fijó residencia en Francia donde solía aparecer en televisión tratando temas de divulgación científica.
Reeves establece que la naturaleza está constituida como a partir de un alfabeto.
Las letras de ese idioma singular son las partículas elementales (indivisibles), los electrones y los quarks.
La vida inteligente, consciente de sí misma, es el último peldaño y es, posiblemente, el objetivo implícito en el desarrollo del universo.
Durante algunos decenios sostengo la antorcha de la conciencia que este latido del corazón me garantiza.
No hay que ver la muerte como una detención, sino como un relevo, según la imagen del corredor griego que entregaba la antorcha del fuego olímpico antes de caer agotado.
Apartarla lejos el mayor tiempo posible, pero aceptarla como una parte normal de la vida.
Batirse encarnizadamente para permanecer en la existencia, y acoger a la muerte como un pasaje natural hacia un no sé qué.
Formamos parte de ella tal como todas las impresiones y reacciones que nos provoca.
Los antropólogos nos lo enseñan: no hay grupo humano, por más aislado que esté, ni tribu por más primitiva que sea que no haya establecido y codificado sus relaciones con una realidad divina intangible y de este modo haya procurado el medio para religarse al mundo a pesar y a través de todos los misterios”.
Aquel meteorito (un asteroide gigante que golpeó la Tierra hace sesenta y cinco millones de años) simplemente hizo «saltar el cerrojo»”.
A qué «gran juego» corresponde la evolución del cosmos, la aparición de la vida y nuestra propia existencia”.
“El lector recorre los capítulos de una novela policial e intenta adivinar la solución.
El autor astuto desbarata constantemente las intuiciones del lector y consigue plantearle una situación aparentemente sin salida”.
La frustración se vuelve tolerable, pues sabe que puede saltar inmediatamente a las últimas páginas”.
Los seres humanos, en todas las generaciones, han anclado profundamente en sí mismos la convicción de que en alguna parte la realidad tiene un sentido; y han intentado formular, con los conocimientos disponibles en cada época, la expresión de ese sentido.
“¿Y si descubrimos en el último capítulo, como en nuestra novela, que no existe solución?
Efectuada la confrontación, reconocidas y aceptadas las reacciones, podemos volver atrás más tranquilos.
Allí lo ha conducido esa prolongada gestación en la cual están comprendidos todos los fenómenos cósmicos”.
Pero según el criterio, mucho más significativo, de la organización, se sitúa muy alto.
Nadie antes que nosotros –por lo menos en este planeta- ha podido acceder a esas preguntas”.