[1] Después de un ciclo orogénico, o varios consecutivos, la erosión descubre y allana terrenos profundos que forman los cimientos de la corteza continental en las regiones, geotectónicamente ya consolidadas que llamamos cratones.
En las regiones aún geológicamente activas los empujes horizontales quiebran el zócalo, levantando relieves; de la erosión de éstos, y de los orógenos próximos, proceden los materiales que recubren el zócalo, formando una cobertera sedimentaria, poco deformada o diferencialmente deformada.
El límite entre zócalo y cobertera es una discordancia característica, cuya forma no depende de las estructuras del zócalo, sino que es una superficie topográfica «fosilizada», el resultado de una prolongada erosión que se conserva ahora protegido por los materiales de la cobertera.
Distinguimos entre una tectónica de zócalo, basada en el fallamiento del zócalo, y una tectónica de revestimiento, como la que da lugar al relieve jurásico.
En la parte cratónica de la península ibérica (Macizo Ibérico, en las regiones centrales y occidentales) el zócalo, basculado hacia el Oeste, ha sufrido una tectónica característica, con levantamientos que siguen la dirección de las cadenas alpinas de los orógenos próximos, los Pirineos y las Cordilleras Béticas.