Data en el siglo IV a. C. y las esculturas halladas se conservan en el Museo Íbero.
Las esculturas representan a un lobo, un guerrero, dos grifos, un muchacho joven y un carnívoro.
El área de culto del santuario está fortificada, pero casi con total seguridad no con fines militares.
En la parte trasera de la estructura se documentaron aterrazamientos y muros destinados posiblemente a la contención del terreno.
Durante el S.IV a. C. el valle del río Jandulilla era una zona de paso dentro la ruta comercial entre Murcia y el Valle del Guadalquivir y su oppidum colonizador era Úbeda la Vieja.