Esto es, en explorar cómo los seres humanos se han ido relacionando con el espacio geográfico a lo largo del tiempo, apropiándose de él, transformándolo con su trabajo y dotándolo de diferentes significados culturales.
Complementando a menudo esta información con el recurso a fuentes documentales (como catastros históricos), se han desarrollado multitud de trabajos que han permitido reconstruir las formas de los espacios agrarios pasados (sobre todo de épocas históricas, como la romana o la medieval, para las que existe documentación escrita relevante), y los procesos productivos y sociales que dieron lugar a ellos.
La adopción de metodologías (como el análisis locacional o el site catchment analysis) y técnicas tomadas más o menos directamente de la geografía supuso un notable cambio en la investigación arqueológica.
A partir de los 80, y en relación con el desarrollo del conjunto de aproximaciones conocidas como post-procesuales, el concepto de espacio, tal y como venía siendo empleado, es criticado por su carácter determinista, moderno y racional, no necesariamente aplicable a formaciones sociales diferentes del occidente contemporáneo.
[3] En línea con las tendencias que surgieron también en otras disciplinas sociales y humanas, como la geografía, y que pretendían una superación del paradigma neopositivista, sobre las ideas de adaptación o explotación del espacio se incorporan ahora otras como las de percepción o experiencia.
En los últimos años, las trayectorias de desarrollo más destacables que se perciben son tres.
[7] En segundo lugar, los desarrollos relacionados con el análisis y la reconstrucción paleoambiental han supuesto recientemente otro importante salto cualitativo.