Más adelante, el Club Pollensa, sociedad deportiva y recreativa de la localidad, impulsó su construcción.
Su ubicación creó constantes desavenencias entre aficionados al fútbol y al ciclismo, ya que no se construyó alrededor del terreno de juego sino atravesándolo, es decir, con los peraltes de hormigón sobresalientes en los laterales del campo y las rectas atravesando el terreno de juego.
A medida que el fútbol ganaba protagonismo en el panorama local y el ciclismo lo perdía la pista iría perdiendo protagonismo, hasta terminar en desuso.
Después de 1966 no vuelve a acoger carreras e iría desapareciendo paulatinamente, a medida que el campo de fútbol se reformaba y ampliaba.
[2] Actualmente todavía sobrevive, como reliquia del pasado, el peralte norte de la pista.