[1] Contrario para entonces al militarismo, se unió de inmediato a los círculos revolucionarios.
[1] Por la presión de su padre, ingresó en la Escuela Militar de Ingeniería Nikoláiev, aunque renunció a jurar la «fidelidad al Zar y a la Patria», explicando su «repugnancia hacia el ambiente castrense».
Durante la Revolución Rusa de 1905, dirigió el levantamiento[3] en Novo-Alexandria en Polonia y Sebastopol (1906).
[2][1] Al poco fue detenido en esta ciudad y sentenciado a muerte, conmutada la pena por veinte años de trabajos forzados en Siberia.
[2] Decidido opositor de Lenin y sus seguidores,[3] durante la Primera Guerra Mundial se identificó con la corriente internacionalista.
[1] Editó Golos (La voz) y Nashe Slovo[3] (Nuestra palabra) colaborando estrechamente con Trotski —con el que estableció una notable amistad que perduró en la década de 1920—[3] y los miembros del Comité Interdistrito.
[7] A Antónov-Ovséyenko lo acompañaban Stalin, Vladímir Zatonski y Gueorgui Piatakov como miembros del Comité.
[8] Tuvo que reunir a toda velocidad unidades para la inmediata invasión, utilizando algunas a medio formar o mal armadas junto con fuerzas de desertores, partisanos y campesinos.
[4] En el XI Congreso del PCUS, se opuso a la implantación de la NEP.
Se oponía activamente a la ampliación del poder de Stalin, llamándolo déspota, una dictadura personalizada.
[4] Durante esta década, trabajó en la diplomacia soviética en varios países: Checoslovaquia (1925), Lituania (1928) y Polonia (1930).
Tras el comienzo de la guerra civil española fue nombrado cónsul general soviético en Barcelona (de 1936 a 1937),[4] prestando gran apoyo al Ejército republicano como consejero militar.
Después del conflicto surgido entre el cónsul general y Juan Negrín, presentó su dimisión.
También el embajador soviético, Leon Gaykis, llegó a criticar algunas de sus acciones.