La fundación de las ciudades coloniales era en sí una ceremonia que mezclaba ritos religiosos, protocolos militares, actos políticos y prácticas urbanísticas.La organización regional generó redes de transporte entre los diversos centros comerciales, políticos o administrativos.Estas leyes, entre otras cosas, tratan sobre la división de la planta por plazas, calles, solares a regla y cordel.Alonso de Ojeda trazó la nueva ciudad a cordel sobre la destruida Tenochtitlan (conservando el Templo Mayor) como un modelo del castrum romano.Mendoza retomó las ideas de Leon Battista Alberti que recomendaba buena iluminación, ventilación y espacios abiertos.El rey Carlos III de España puso su empeño en modernizar las ciudades del Imperio español según el modelo europeo.Una vez empezada esa labor en la propia capital, Madrid, decretó un plan de reformas urbanas en el siglo XVIII para las Indias, donde el fortalecimiento del urbanismo colonial se debe principalmente al comercio, tanto de carácter local, como al internacional.Otros centros históricos conservados son los de Santo Domingo (República Dominicana) o La Habana (Cuba).Se pueden definir distintas tipologías de ciudades nos sugiere Chueca Goitia:[2] La arquitectura simple y sin adornos, cuya características son: La tipología de la Vivienda arequipeña se encuentra en las zonas del alto Perú, y su influencia principal reside en las características del lugar.Debido a ser esta una zona sísmica, se genera un tipo de vivienda que pueda soportar las catástrofes naturales.La vivienda boliviana se destaca por el uso de la madera del lugar, se alza una vivienda con galerías laterales y una cubierta a dos aguas, que sirven como espacios protectores de los vientos, lluvias y sol.A fines del siglo XIX, se agrega a la tipologia el balcón corrido exterior con reja, y algunas modificaciones más, marcando así la recta final de la arquitectura colonial y el comienzo de la independiente.Se construyeron catedrales de varios estilos arquitectónicos: gótico, barroco, renacentista y neoclasicista entre otros.Al principio llegaban los constructores desde la península, pero una vez extendidos y enseñados los estilos por América, desarrollándose con variedades locales.Para defender las ciudades coloniales, la Corona Española se planteó la necesidad de su fortificación; ya fuese mediante un sistema para toda la ciudad o solo para ciudadelas.La arquitectura barroca en Hispanoamérica ocurre en los siglos XVII y XVIII, cuando la dominación de las Indias llega a su apogeo.Tres son los impulsores del barroco en América: la Corona, la burguesía y los jesuitas como representantes de la Iglesia.Por ello, la Contrarreforma refuerza la institución eclesiástica, la jerarquía, que tiende a controlar la creatividad, la imaginación y la expresividad del hombre.Hay variaciones estilísticas reflejada en América, ya que no es lo mismo hablar del Barroco México, Barroco en el Caribe, Barroco Iberoamericano, debido a las diferentes procedencias regionales de los conquistadores y sus referencias culturales, a la realidad en sí misma del Nuevo Mundo y a los diferentes roles que se fue asignado en el proceso de ocupación del espacio.[4] El indígena es el arquitecto que edifica obras bajo los nuevos conceptos como: la desnaturalización del muro portante reflejado en las columnas, la generación espacios con cúpulas, el manejo de la incidencia de la luz con doble alturas, que fueron traídos por los españoles en la conquista.La ciudad quedó destruida y de su reconstrucción surgieron edificios representativos del barroco.Otras ciudades fundadas el siglo XVI, como Olinda (1535) y Río de Janeiro (1565), se caracterizan por haber sido fundadas cerca del mar pero sobre elevaciones del terreno, dividiéndose el asentamiento en una ciudad alta y una ciudad baja.De hecho, casi todas las primeros poblados fundados por los portugueses contaban con muros, empalizadas, baluartes y puertas que controlaban el acceso al interior.En Río, por ejemplo, muchos monasterios e iglesias fueron construidos sobre morros, con sus fachadas vueltas hacia el mar, ofreciendo un magnífico escenario a los viajeros que se adentraban en la Bahía de la Guanabara.La relación privilegiada entre topografía e iglesias también es marcada en las ciudades mineras, especialmente Ouro Preto y en el Santuario de Congonhas.[8] En Minas Generales, donde el Ciclo del Oro favoreció el rápido crecimiento de villas en terrenos accidentados sin ninguna planificación, también hubo algunas importantes intervenciones urbanísticas.El muelle de la plaza ganaría más tarde una monumental fuente proyectada por Valentim da Fonseca e Silva y terminado en 1789.