Estos cronistas retroceden su fundación hasta el reinado del visigodo Recaredo basándose en que en la puerta del monasterio había una cruz de metal de campana, en la que, entre otras labores, estaban esculpidas el alfa y la omega, símbolos de la divinidad del verbo que negaban los arrianos, cuya herejía fue desterrada en tiempo del monarca Recaredo.
Posteriormente se entregó la iglesia a los monjes Bernardos de San Benito para que establecieran su priorato.
El general José Joaquín Durán, en marzo de 1812, mandó demoler este monasterio para evitar que los franceses se atrincheraran.
La primitiva imagen románica de la Virgen podría haberse perdido cuando el general José Joaquín Durán mandó demoler el monasterio en 1812.
Las manos solían disponerse abiertas y separadas hacia el pecho aunque en la actualidad se colocan en actitud de rezar, sujetando un rosario y un ramo de flores.