En 1374, Pedro Fernández de Velasco intentó la compra del señorío junto con su iglesia cuando era justicia mayor de Soria aunque, sin saber cómo, este asentamiento de población denominado como “rabal abadengo o bajero”, pasó a integrarse en la ciudad a finales del siglo XV con su misma condición jurídica.
Dos décadas después, en 1967, se decidió derribar la estructura del viejo templo y construir un edificio moderno de mayor capacidad.
En el lado meridional tenía un pórtico del siglo XVI con columnas rematadas en capiteles jónicos que se han conservado en el interior.
En el muro posterior tenía un ojo de buey sencillo, frente al altar mayor, y una torre de espadaña que unos años antes del derribo se rehízo, realizando un campanario más alto y esbelto.
El templo que actualmente contemplamos se levantó en 1967 manteniendo tan solo una pequeña parte del edificio románico.