[2] El abuso emocional prolongado se relaciona estrechamente con diversos problemas de salud mental incluidas las adicciones, porque socava la confianza en uno mismo y desorganiza la identidad.
[4] Se puede presentar en contextos familiares (violencia doméstica), escolares (acoso escolar), laborales (acoso laboral) o virtuales (ciberacoso, grooming), así como en contextos de agrupaciones como comunidades religiosas, sectas, criminales (acoso en grupo) o comunidades espirituales (coaching coercitivo), así como en vínculos afectivos o sexoafectivos (fraude moral, abuso emocional en la pareja, manipulación interpersonal, abuso terapéutico).
En las familias autoritarias o depredadoras y en las parejas crónicamente conflictivas el abuso emocional suele estar presente.
Esa dominación, a su vez, busca posibilitar la explotación material, laboral, social, sexual o emocional.
El perverso cosifica y utiliza, invierte la escena del deseo (la dirección del flujo libidinal) de forma engañosa aparentando que ofrece algo (amor, interés, solidaridad), para luego extraer de la otra persona eso mismo que ofrecía.
En las relaciones de noviazgo, también llamada “dating violence” (Chung, 2005), ha sido definida como cualquier intento por controlar o dominar a una persona física, sexual o psicológicamente, generando algún tipo de daño sobre ella (Wolfe et al.
En este caso, las agresiones al perjudicado pueden preceder a otros tipos de violencia, por ejemplo los ataques físicos.
La violencia doméstica suele ser cotidiana, constante y prolongada, por lo que causa daños graves a sus víctimas aún cuando éstos no sean visibles.
Los varones víctimas de violencia enfrentan obstáculos específicos que los dificultan liberarse del abuso.
Este mito dificulta que los varones puedan reconocerse a sí mismos como víctimas de abuso, les impide denunciar el abuso por miedo a la vergüenza de ser etiquetados como débiles, o impide que sus amigos o las autoridades les crean y les puedan brindar ayuda.
"La violencia emocional contra los niños es habitualmente perpetrada por personas con las que estos tienen una relación o vínculo personal estrecho.
[22] El abuso psicológico provoca intencionalmente en la víctima una reacción de ansiedad, temor o miedo y depende las circunstancias en las que se esté llevando a cabo es cómo va a afectar a las víctimas; por ejemplo, en el área laboral, está comprobado que el abuso o acoso psicológico crea estrés sobre las víctimas, lo cual puede derivar en problemas organizacionales de trabajo.
[24] A diferencia del maltrato físico, el abuso psicológico no siempre presenta secuelas que se pueden apreciar a simple vista, razón por la cual la detección del abuso psicológico es difícil de identificar por órganos externos.
La profesora M. Gómez de Terreros Guardiola señala que cuando no se entiende una descripción comprensible del abuso o maltrato psicológico, es más complejo lograr tener un diagnóstico temprano del caso y por ende cualquier medida que se tome para efectuar un cambio en la situación es difícil de ejecutar.