A mediados de los años 60 se convirtió en uno de los mejores cuatrocentistas del mundo, y mantuvo durante varios años una fuerte rivalidad con su compatriota Lee Evans.
Además, en las pruebas de clasificación para los Juegos, solo pudo ser cuarto y fue batido por Lee Evans, Larry James y Ron Freeman, por lo que no pudo participar en los 400 metros, donde solo acudían los tres primeros.
Este récord permaneció imbatido durante 24 años, hasta los Juegos de Barcelona 1992.
Al parecer, mientras sonaba el himno estadounidense ambos se dedicaron a hablar entre ellos y gastarse bromas.
Algunos responsables del equipo estadounidense consideraron que se trataba de una protesta del "Black Power", similar a la que cuatro años antes habían realizado Tommie Smith y John Carlos en los Juegos de México.