Esta peculiaridad propició que en su día la población se dedicará al cultivo del olivo, teniendo el pueblo un trujal, el único que hay en la provincia de Soria.
En la actualidad los olivos son yermos y se encuentran a medio camino entre Villarijo y Peñazcurna, entre pinos de repoblación.
[1] Cuenta con aguas minerales que producen buenos efectos para la curación de las herpes y otras afecciones,[2] por lo que funcionó un balneario en la localidad.
[3] A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Castilla la Vieja, partido de Ágreda[4] que en el censo de 1842 contaba con 34 hogares y 130 vecinos.
Sin medio para ganarse la vida sus habitantes se ven obligados a abandonar sus hogares.