No mucho más tarde (1845-1850) Pascual Madoz nos hablará de 24 casas en las que moraban ya solo 22 vecinos o 144 almas.
En sus tierras de labor se cultiva centeno, trigo, avena, cebada, titos, garbanzos, hortalizas y lino.
Aunque la actividad económica era eminentemente agrícola, no faltaban los molinos, tres harineros, dos de aceite y un batán.
Ya las antiguas ordenanzas recogían la necesidad de plantar álamos y sauces en sus orillas, no solo para proteger estas obras sino también para ennoblecerlas.
Entre estas especies crecen abundantes zarzas, majuelos, rosales silvestres y saúcos, donde viven una gran variedad de animales, como peces (truchas, gobios, bermejuelas...), aves (cigüeñas, garzas, mirlos...), mamíferos (ratas de agua, zorros, gatos monteses...), etc.